Era una habitación con muchas, muchísimas luces. Era algo precioso. Como esa foto del cosmos llena de miles de estrellas brillantes de colores.
En toda esa maravilla, encontré un punto negro, no creo que fuese un agujero, aún que mis pensamientos si se los llevaba. Lógicamente no era de fiar, pero entre todo lo que había, a mi me podía la curiosidad por aquello, cada vez más grande.
Al final resultó ser la sombra perfecta, para que yo le iluminara.
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