Aún que no quieras hacerlo, por favor, abre la puerta y saluda al repentino frío de tu cara, a los recién nacidos rebeldes pelos que te dan en la cara y todo lo demás, tú sal.
Sé que llueve, pero disfrutarás de la temperatura. Choca con las personas, despeinate, comprate un café caliente para llevar. Disfruta de tu bufanda y de tus calentitas botas o ese gorro que acabas de escoger.
Y voilá! has llegado, sin saber por qué a ese lugar.
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